domingo, 30 de marzo de 2014

Emborronado

Había olvidado llorar, o eso pensaba. Mis pies descalzos sentían el rugoso tacto del asfalto y las comisuras de mis labios se inundaban de sal a cada paso que daba perdido. No notaba la brisa de marzo ni nadie que apretara mi mano, que deshiciera el nudo en mi garganta, que enredase sus brazos por mi espalda...Sólo intuía luces emborronadas de semáforos que no me llevaban por el sendero de vuelta a casa.

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