sábado, 23 de febrero de 2013

Veintidós del dos

Impasible el día de ayer se vestía de nostalgia.
La nieve, a kilómetros de distancia, era leyenda,
el gris mate nos cobijaba,
lo adornaba,
y el palpitar de los latidos corría con más fuerza.

¿Por qué nos enseñan a calcular el tiempo y no a detenerlo?
Aquí no hay disfraces,
bueno...sí, el mío,
pero lo cuelgo con delicadeza
antes de que tus lágrimas,
cómo estalactitas puntiagudas,
me rompan brutamente.

¿Cómo es posible que os lleve conmigo y nadie se estremezca?

Desde aquí os doy las gracias
por haceros trascendentes
en cada respuesta, con cada quehacer,
en cada lección, con cada mirada.
Desde aquí os agradezco
el hacerme crecer.




A vosotros por convertir estas dos semanas en para siempre

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